sábado, 2 de agosto de 2014



El Everest te hace enmudecer –confesó a Gibreel Farishta en una cama bajo un dosel de seda de paracaídas que formaba un Himalaya hueco-. Cuando bajas nada te parece digno de ser dicho, nada. Sientes que la nada te envuelve como un sonido. Es el no ser. No dura mucho, desde luego. El mundo vuelve a ti enseguida. Lo que te hace callar es, creo yo, la imagen de la perfección que acabas de contemplar: ¿por qué hablar, si no puedes alcanzar pensamientos perfectos, frases perfectas? Te parece una traición lo que acabas de vivir. Pero la sensación se disipa y reconoces que, si quieres seguir adelante, tienes que hacer concesiones. (Los versos satánicos, Salman Rushdie)