sábado, 7 de abril de 2018


Fui al cuarto de J. y miré a través de la ventana. Anochecía, había poca luz, y todo se veía muy suave... la Hora Extraña cuando la gente nunca parece estar en foco, Observé a un hombre que caminaba hacia uno y otro lacdo de la calle -parecía una mosca caminando por una pared- y unos hombres atareándose con una carretilla, todo traseros y pies. En la casa de enfrente, por una ventana de la planta baja, de gruesos barrotes, se veía una niñita morena... vuelta en un chal gris que leía un libro. Su cabello estaba partido en el centro de la cabeza. Tenía un pequeño rostro oval. Era muy encantadora, así enmarcada por la ventana con el blanco brillante del libro. Sentí cierto apasionamiento español...
Es como si Dios abriera su mano y le permitiera a uno bailar un poco sobre ella, y luego la cerrara con fuerza, tan apretada que uno ni siquiera puede llorar... El viento es terrible esta noche. Estoy muy cansada, pero no puedo ir a la cama. No puedo dormir ni comer. Demasiado cansada.

(Katherine Mansfield. Diario)